En el artículo anterior, te contamos sobre un concurso para conocer las innovaciones que implementaron los agricultores familiares, urgidos por adaptarse al cambio climático.
Nuestro interés fue conocer personalmente a los protagonistas de esas innovaciones, por ello FONTAGRO invitó a los productores y técnicos, que trabajaron en los casos ganadores del concurso, a viajar a Washington D.C. en Estados Unidos, para entregarles su premio durante una ceremonia que organizamos especialmente para reconocerlos.
Queríamos tener la oportunidad de escuchar de manera directa sus historias de vida, saber cómo habían implementado las innovaciones que les permitieron adaptarse al cambio climático en sus fincas y sus territorios en cinco países de nuestra región.
¿Qué pasó en Brasil?
Daniel Cesano, uno de los ingenieros del caso ganador de Brasil, Adapta Sertão, nos contó como las percepciones habían limitado las oportunidades de los productores en la región semiárida del Sertão, una de las zonas más secas del Brasil. Los pobladores, si bien eran muy trabajadores, carecían de organización y de acceso al conocimiento técnico. La pregunta de este ingeniero era simple: ¿puede un proyecto bien organizado producir un cambio estructural en los pobladores en la región? Después de implementar cinco proyectos con cinco productores, hoy son más de 360, involucrados con la ayuda de otros donantes. El proyecto desarrolló un sistema de producción de agricultura climáticamente inteligente que incluye más de 20 tecnologías distintas para la adaptación al cambio climático. Valdirene, una representante de instituciones de la región que participó en el evento, relató que el premio fue muy importante para dar continuidad a las actividades y sobre todo es un incentivo a los productores rurales.
¿Y qué pasó en Bolivia?
Sonia López, una productora de peces del caso ganador del municipio de Yapacaní de Bolivia, nos contó que el cambio climático afectó su producción, con la aparición de plagas y pérdidas de su cosecha de arroz. Pero un día, escuchando la radio, se enteró de un programa para la crianza de peces, promocionado por la ONG CEPAC. De la mano de Sonia, las mujeres de la comunidad decidieron capacitarse en piscicultura y arriesgar. Consiguieron un pequeño préstamo y construyeron una poza para los peces. Al principio fue difícil, pero el trabajo mantuvo la unión familiar ya que toda la familia colaboró en el nuevo negocio. Así fue como decidieron formar una asociación conformada por 27 mujeres socias, de la cual Sonia se convirtió en su presidenta. Hoy 30 familias son propietarias de 200 pozas en las que producen entre 180 a 200 toneladas de pescado y más de 200 familias han implementado pozas El impacto en la región fue contundente: el consumo de pescado aumentó a más del doble y la calidad de sus vidas ha mejorado ya que hoy ganan cinco veces más que cuando producían arroz. En este proyecto el liderazgo de las mujeres fue la clave.
Mientras tanto en la Patagonia Argentina…
Ana Maria Cumilaf es una productora representante del caso ganador de cabras criollas en la región Patagónica en Argentina. Después de ocho años de sequía, y haber perdido el 90% del ganado, las familias y los jóvenes de las comunidades originarias estaban migrando a las ciudades con mucha angustia, ya que no tenían los medios para subsistir en sus campos. Cuando llegó la asistencia técnica de parte de organismos nacionales y el financiamiento necesario, se puso en marcha un programa con 90 familias para repoblar la zona con cabras resistentes al clima. Este programa fortaleció a los campesinos y sus familias, quienes finalmente lograron quedarse en los campos. No solo consiguieron el alimento para su subsistencia sino que han comenzado a comercializar la producción remanente de animales en los mercados locales. Hoy los jóvenes se han empoderado del proyecto que les provee seguridad alimentaria y laboral. Sin embargo, Ana nos contó que todavía hay más de 500 familias que esperan su oportunidad para participar en este proyecto. Este programa fue un ejemplo de integración del trabajo de productores con el de los organismos nacionales de apoyo a la agricultura familiar, y las instituciones de innovación agropecuaria del país.
Rescatando el saber local en el Altiplano Peruano
Roberto Valdivia es ingeniero agrónomo investigador de CIRNMA y un importante colaborador del Centro Internacional de la Papa (CIP), del caso ganador del Perú. Su trabajo al pie del lago Titicaca, el lago más elevado del mundo, logró conservar la agricultura originaria y la diversidad de cultivos, que permiten enfrentar las sequias e inundaciones, y las restricciones que presenta el clima en la zona, evitando las pérdidas de cosechas y ganado de los campesinos. Una visión integral y colaborativa de largo plazo, y las voluntades unidas de las organizaciones internacionales junto con las nacionales, permitieron generar innovaciones y alternativas para más de 2400 familias que hoy exportan sus productos como quinua, truchas o artesanías producidas por las mujeres. El ingeniero nos contó acerca de una iniciativa ejemplar, implementada en el marco del proyecto, para enfrentar la inseguridad alimentaria y la desnutrición infantil: la construcción de invernaderos escolares con el objetivo de que los niños pudieran aprender a cultivar alimentos en sus hogares y con sus familias.
Esperando la lluvia en el Corredor Seco de Nicaragua….
Roger Cáceres, un productor del caso ganador de cosecha de agua, que posee una pequeña finca en el Corredor Seco Nicaragüense, nos contó sobre las dificultades de acceso al agua para sus cultivos. Depender de la lluvia era un fracaso! Se perdían semillas y animales por la escasez del agua, producto del cambio climático. Pero un día, técnicos de un organismo internacional llamado FLAR (CIAT) lo invitaron a participar en un proyecto de cosecha de agua. Con la iniciativa, se construyó una obra de almacenamiento de agua que en las primeras lluvias se llenó! Después aprendió nuevas tecnologías para elevar los rendimientos de su producción como la distancia y fechas de siembras, fertilidad del suelo, el manejo de plagas, entre otros, además del sistema de riego. Hoy su finca se convirtió en una pequeña empresa con trabajo permanente y agua durante todo el año. En ella cosecha -junto a su familia- frijoles, maíz, frutales y algunos peces en la represa, y ello le permite pagar el salario de sus trabajadores. Hoy hay más de 100 estanques en la zona. Sin embargo, Roger reflexionó: “el talón de Aquiles está en ayudar a otros”, ¿dónde hallar créditos accesibles que permitan construir más obras para beneficiar a otros productores?.
¿Qué los motivó?
Finalmente, nos preguntamos cuál fue el elemento que los motivó a dar el paso de innovación. Sin dudar respondieron: lo más importante es la asistencia técnica, hacer las cosas bien y la bolsa! “Si voy a hacer algo, tengo que hacerlo bien!, dijo Roger. Y está feliz porque eso cambiará su vida.
¿Hallaremos financiamiento para seguir creando estas oportunidades?, se preguntan los productores al unísono. La demanda sigue y se necesita inversión para multiplicar estas obras.
Estos son ejemplos que hay que replicar y diseminar para que otros productores los conozcan y se animen a dar un salto, aprendan a mejorar su productividad y en consecuencia, mejoren su calidad de vida.
Existe la necesidad de seguir creando alianzas para combatir al cambio climático. Esto es lo que sigue… el próximo reto a asumir.
Puedes escuchar a los productores y ver la ceremonia puedes pulsar aquí. Los casos completos se han incluido en la publicación INNOVACIONES de IMPACTO.
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Sobre el concurso:
Para saber más sobre los resultados, visita https://fontagro.minimalart.info/noticias/fontagro-anuncia-los-ganadores-del-concurso-de-casos-innovadores-en-adaptaci%C3%B3n-al-cambio-cl. Este concurso se llevó a cabo con recursos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (ó GEF) y FONTAGRO, y además conto con el apoyo del BID y del IICA.
AUTOR: FONTAGRO
Tags: agricultura familiar, cambio climatico, concurso, innovaciones